El Holandés Errante


Una bruma calina se cernía sobre las azules aguas de False Bay, campo de juego situado junto al mar, en la punta más meridional de África del Sur.

Era un día ardientemente caluroso de marzo de 1939, y sobre las blancas arenas de la playa de Glencairn unas 60 personas descansaban junto a las cálidas aguas del océano Indico.

De repente, de la bruma surgió un magnífico buque totalmente aparejado, de los que comerciaban con las Indias Orientales siglos atrás. Quienes lo vieron llamaron a los demás, y pronto la playa era un hervidero humano que comentaba la aparición.

Desapareció sin dejar rastro

Según la noticia aparecida al día siguiente en un periódico, el barco, con todas sus velas henchidas, pese a que no soplaba la menor brisa, parecía mantener el rumbo hacia Muizenberg.

El British South Africa Annual de 1939 informaba: «Como guiado por un misterioso empeño, el barco navegaba en línea recta mientras que los visitantes de la playa de Glencairn, sacudidos de su letargo, discutían vivamente los motivos y razones del barco, que parecía dirigirse hacia su propia destrucción en las arenas de Strandfontein. Pero, precisamente cuando la excitación alcanzaba su punto álgido, el misterioso barco se desvaneció en el aire, tan extrañamente como había aparecido».

En los días que siguieron a la aparición del barco fantasma se expusieron diversas teorías. Una de ellas afirmaba que los espectadores de Glencairn habían visto un espejismo, y que el barco misterioso era, por algún fenómeno de refracción de la luz, la imagen de un barco que navegaba a varios cientos de millas de distancia. Como señalaban quienes lo vieron, el casco ancho y achatado, y la alta popa, e incluso el aparejo, eran muy distintos de cualquier buque moderno. Era, inconfundiblemente, un buque mercante del siglo XVII.

La señora Helene Tydell se hallaba aquel día en la playa, entre la multitud de testigos que presenciaron el hecho. «Digan lo que quieran los escépticos, aquel barco no era otro que el Holandés Errante», declaró.

Un hábil marino

Incluso antes de que inspirase a Wagner su ópera «Der Fliegende Holländer», la leyenda del Holandés Errante era conocida por innumerables generaciones de marinos de todo el mundo. Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacía la travesía a las Indias Orientales, mandado por el capitán Hendrik van der Decken, navegaba desde Amsterdam a la colonia de Batavia, en las Indias Orientales holandesas. Van der Decken, de disposición aventurera e intrépida, gozaba al parecer de pocos escrúpulos y de mala reputación.

Pero era un hábil marino, y los propietarios del barco no tuvieron inconveniente en confiarle el mando del buque, pese a sus fanfarronadas en las tabernas del muelle, en las que afirmaba que volvería con una fortuna.

Todo pareció ir bien para Van der Decken y su tripulación mientras navegaron hacia el sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del cabo de Buena Esperanza un repentino temporal hizo jirones las velas y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco era zarandeado a la altura del cabo, incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sudeste. Según la leyenda, Van der fiecken se enfureció cada vez más al ver que ninguna de sus habilidades y conocimientos de navegación le servían para bordear el cabo. No hacía otra cosa que proferir juramentos.

Maldijo al Todopoderoso

Aprovechando el desesperado ánimo de Van der Decken, el diablo le sugirió en sueños que desafiase el intento del Todopoderoso de impedirle bordear el cabo. Ciego de rabia, el capitán holandés profirió el reto:

Frenético lanzó el espantoso juramento, Gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad:

«Desafío al poder de Dios a detener el curso de mi destino y mi resuelta carrera. Ni el mismo diablo despertará mi temor. Aunque tenga que surcar los mares basta el día del juicio».

No se sabe quién citó por primera vez las palabras del capitán. Pero el castigo llegó rápidamente, cuando el Ángel del Señor ordenó que Van der Decken errase para siempre por los mares «hasta que las trompetas de Dios rasgasen los cielos».

El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Van der Decken ha de proseguir su vigilia hasta el día del Juicio Final.

Van del Decken y su barco no llegaron nunca a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco. Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma tendrá mala suerte.

Así aconteció cuando el difunto Jorge V, guardiamarina en el buque de guerra británico Bacchante, vio el barco fantasma y a una figura en la popa vestida con un antiguo uniforme, mientras el Bacchante navegaba a 50 millas del cabo. Al día siguiente, un miembro de la tripulación se cayó del aparejo del barco y se mató, sin que nadie pudiera evitarlo.

La última vez que se le vio en el cabo fue en septiembre de 1942, cuando cuatro personas, sentadas en una terraza de Mouille Point, en la Ciudad del Cabo, divisaron el fantasmal navío dirigiéndose hacia la bahía de Table, para desaparecer tras la isla de Robben.

Opinión de los científicos

Los científicos siguen insistiendo en que lo que Jorge V y los bañistas de la playa de Glencairn vieron fueron espejismos, y que otros barcos se han visto del mismo modo.

En cierta ocasión se divisó en Adén un barco correo que navegaba rumbo a la India. Su cuaderno de bitácora demostró más tarde que se hallaba a unas 200 millas de distancia.

Pero la ciencia no ha podido explicar aún los múltiples detalles análogos descritos por quienes han visto el barco, ni el hecho de que los barcos de este tipo hubieran navegado por última vez hace ya más de 200 años.

(Jorge M. Aguilar)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre me ha apasionado este misterio, un buque fantasma que aparece en mitad de la nada...genial.

Los Ojos del Pelícano

Los pelícanos planean hasta avistar su presa y de repente se dejan caer en picado. El golpe contra el agua es brutal y siempre salen con el pez en el pico. La perfección milimétrica de su caza esconde una tragedia enorme. De tanto golpear su rostro contra el océano muchos pelícanos mueren ciegos, perdidos en el horizonte. De todo eso trata la vida. Habla este blog del destino de los pelícanos y de cómo los sueños de la gente normal se estrellan una y otra vez contra la realidad...todo aquello por lo que merece la pena luchar hasta perder la visión del mundo real tiene un lugar en este espacio.
Si no sabes volar, aquí estás perdiendo el tiempo...

Pensando en las musarañas también...

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Las grandes almas tienen voluntades, las débiles tan solo deseos.(Proverbio Chino)

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“¿Quieres ser feliz por un instante? ¡Véngate!

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